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Salomé Diez Rendón.

El amor, tan corto como una ilusión, pero tan profundo e intenso como la marea en tiempos de lluvia.


Una de las señales de dicho amor es que los amantes, al estar juntos, no son conscientes de cada segundo que pasa en el reloj de arena que tienen junto al nochero de su habitación, un reloj que no avisa ni detiene aquel tacto entre sus cuerpos semidesnudos, que es casi imposible contener. Sobre esto he escrito un poema:


Entre más tiempo paso junto a ti, más me embriago en tu amor.

Pasan los segundos y menos tiempo, siento que estoy contigo.

Transcurren las horas y siento que te pierdo, que te arrebatan de mis brazos, como un niño al que alejan de su madre al nacer.


Otra señal del amor es la locura. Como la uña es al mugre, el amor es a la locura, van de la mano desde tiempos antes de Cristo. Qué amante no siente mariposas tan intensas junto a su amado, que lo lleva a cometer todo acto de locura y rebeldía, con tal de complacer a su ser preciado.


Un poema que escribí sobre esta señal es:

Junto a ti, mis principios no existen, lo correcto puede ser mentira y lo incorrecto puede ser verdad.

El solo tacto de tu piel, eleva mi mente a lugares inexplicables, lugares que ni te imaginarías.

Y me complace que las parejas que pasan a nuestro lado, sientan el deseo de estar tan dementes como nosotros.

Tú me sacas de juicio, como cuando un astronauta deja de pisar la tierra.

Eres mi mayor adicción, mi vicio más apreciado.


El amor es sinónimo del hambre. Los amantes se sienten tan llenos estando uno junto al otro, completamente saciados. Una sensación igual a haber comido el banquete de un califa.

Al apartarse uno del otro, comienzan a sentir el vacío. Sus corazones se convierten en un hoyo oscuro e incompleto, como si la tierra que fue recién sacada, le hiciera falta.


Algunos versos que escribí acerca de de esto:


Tan puro tu amor, que al estar con otros, nada me llena,

me siento incompleta y fragmentada.

La ausencia de tus caricias, me enferma, como un pequeño sin sus medicinas.

Ven acá, amado mío, solo tu presencia logrará calmar mis dolencias.


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