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Juan Pablo López Ledesma

Otra de las señales del amor, más allá de que el amante dé con liberalidad cuanto pueda de aquello que antes disfrutaba por sí mismo, es que el amante comience a disfrutar con sinceridad de aquello que disfruta su amado, aquello que no conocía y nunca le llamó la atención, pero en cuanto su amado lo expresó este, lo guardó en su memoria y le surgió un deseo y repentino interés por aquella actividad o aquel gusto de su amado.


El amor causa que encontremos diversión en aquello que nos aburría, que comencemos a apreciar aquello de lo que teníamos tan malos prejuicios, que busquemos entender y queramos compartir aquello que es importante para nuestro amado.


Porque al que le interesa y quien verdaderamente ama, también escucha, y lo hace muy bien. Cada palabra que sale de la boca de su amado, además de ser como poesía, le presta absoluta atención. No olvida eso que le gusta, disgusta, le causa miedo o alegría y de esta manera busca lo mejor para ambos. Le habla de algo que le interesa o como hablábamos antes, busca hacer esas cosas que le gustan, cualquier excusa para pasar tiempo juntos es perfecta, pero de esa excusa desarrolla consigue desarrollar un gusto genuino.


E incluso en aquellas áreas que no consiguen coincidir igual el amante respeta aquello que apasiona a su amado, ya que si su amado es feliz, él como amante también lo es.


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